Muchas veces creemos conocer lo que en verdad no tenemos noción de. Tal vez eso sea lo que tengamos en común Alice y yo.
En mi caso, creía tener conocimiento de lo que era Las Aventuras de Alicia en el País de la Maravillas, y me lleve una gran sorpresa al darme cuenta de que no es así. Eso suele pasar muy a menudo cuando la obra de la que uno trata ha sido adaptada varias veces a otros medios como el cine o la televisión, y uno comienza a olvidarse de la fuente de dicha historia. En este caso Alice’s Adventures in Wonderland, escrita por Charles Dodgson, conocido popularmente como Lewis Carrol. En realidad, no creo que pueda llegar a nombrar cada una de las adaptaciones que he visto sobre esta hermosa historia. Recuerdo cortometrajes, largometrajes, animaciones que incluyen todo tipo de técnicas y tonos, recuerdo hasta canciones e historietas; pero ninguno ha podido mostrarme lo que en realidad la obra original de 1865 me ha transmitido. Es extraño cuando uno toma un libro destinado a los más chicos, nunca imaginaría que semejante historia pudiera dejarlo pasmado, boquiabierto como a mí me dejó.
Al terminar el breve pero intenso libro hace unos días atrás, quedé confundido y con muchas preguntas. Carrol tiene la habilidad de sumergirnos, a través del hoyo del conejo, en un mundo trastornado y sin sentido. “¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?”, preguntó el Sombrerero sin tener respuesta alguna. La vida parece ser una retorcida y constante fiesta de té. El gato sonríe. Se desvanece. Vuelve a aparecer. “Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca… Tienes que estarlo,” afirmó el Gato— “o no habrías venido aquí.”
Uno suele imaginar a Wonderland como un lugar parecido a Oz. Yo solía hacerlo. Un lugar placentero y divertido. La verdad es que poco tiene de agradable, Alice es constantemente atacada por criaturas extravagantes. Es insultada, ofendida y obligada a hacer cosas que no comprende o no quiere hacer. Es difícil entender lo que realmente sucede en Wonderland, ya que no hay razón alguna. Como dice el Gato de Cheshire, todos están locos. Desde la gran reina hasta el pequeño ratón.
Pero hay gente que niega la existencia de toda irracionalidad posible. Hoy en día, luego de casi un siglo y medio, hay gente que dedica su vida a investigar los secretos escondidos detrás de cada palabra de la novela. Cabe destacar que el famoso acertijo sin respuesta del Sombrerero que he citado antes, es considerado uno de los enigmas más significativos en la historia de la literatura mundial, a pesar de que el mismo Carrol haya negado todo tipo de réplica viable para dicha incógnita. Muchos creen que dentro de la confusión y el desorden sin sentido, se encuentra la verdadera mirada que tiene Dodgson del mundo. ¿Críticas a un gobierno que no supo satisfacerlo? ¿Quién sabe? Si esto es verdad, el gran escritor fue sin lugar a dudas una persona que supo esconder sus secretos.
Muchas similitudes con la vida real se han descubierto y podría decirse que hasta comprobado. Casi todos los personajes de la novela se ven reflejados en individuos relacionados en vida con Charles Dodgson. Hipótesis sobre el trato entre la Reina de Corazones y sus súbditos no faltan; conexiones con otras obras literarias y demás vínculos son analizados por muchas personas que ven a Alice’s Adventures in Wonderland como algo más que un simple relato para niños.
Quién sabrá lo que verdaderamente esconde la niña de los lacios cabellos y de rostro inofensivo… ¿Cuál fue la intención del autor al escribir cada palabra? Sea cual sea, Alicia y los demás personajes del País de las Maravillas nos han dejado una impresión diferente a cada uno, seamos niños o adultos. La novela es característica de una época y se ha convertido en un ícono de la cultura inglesa, aunque me gusta identificarla como pertenencia ilustrativa de toda la humanidad. Se publica incansablemente desde 1865 y ha tenido una secuela, Through the Looking-Glass, and What Alice Found There; a demás de, como he nombrado antes, ha sido adaptada a otros formatos innumerables veces. También ha sido ilustrada primitivamente por el propio Carrol y luego, bajo su encargo, por el mismo Sir John Tenniel, renombrado artista que se encargó de caricaturizar a varias figuras políticas del siglo XIX, y cuyos diseños para los personajes de la novela influencian de gran manera la forma de ver a cada uno. Además de Tenniel, otro gran artista se cometió a embellecer la obra posteriormente. El gran Arthur Rackham, quien es definitivamente uno de los más hábiles y estilizados artistas que hayan adornado cuentos de hadas y relatos mitológicos en Europa. Sería imposible nombrar a todos los que han ilustrado a Alice, y la cantidad de técnicas que utilizaron para hacerlo, y eso habla de la influencia que esta narración tuvo sobre todo el mundo. Desde Walt Disney hasta Tim Burton (próximamente podremos ver el filme), muchos han querido dar su opinión, su visión de Wonderland; aunque déjenme decirles, nadie lo ha hecho hasta ahora como el autor anglicano que, en 1865 escribió Alice’s Adventures in Wonderland.
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